viernes, 29 de mayo de 2009

Fecha 6: 17/05/2009

Un mes tuvimos de travesía, y aún faltaba mucho para llegar a nuestro objetivo final, la tierra de los señores de la muerte. La ciudad de Minao era nuestra última parada en territorio aliado.
Mina era neutral y punto de confluencia entre cuatro naciones, era un punto donde podíamos descansar. Allí se unían los territorios del tigre del norte, el tigre del sur, Zhuo y Shi tien yan wang.
Era una isla, en medio de un lago, de donde nacían varios ríos de la región. Era la capital comercial de Cheng y cinco grandes puentes eran sus accesos principales.

Ese mes fue uno de los más felices de mi vida, ya no me importaba que me vieran junto a Shun y lo visitaba muy seguido. Él ya no usaba la máscara casi nunca y no le importaba tampoco que nos vieran juntos, allí ya no había nadie que pudiera juzgarnos, ni nadie que pudiera relacionar nuestro pasado de alguna forma. Creo que junto a Tachibana y Yukimura, que se pasaban los días en compañía éramos los más felices del campamento. La cruzada de nuestro emperador solo era un medio que nos daba la posibilidad para estar con la persona que amábamos.

La información que llegaba de Cheng no era muy alentadora. A pesar de la intervención de nuestro emperador las negociaciones estaban tardando demasiado tiempo. Se hablaba que los tres aliados estaban preparando una armada para ir a combatir contra los dos tigres y que ya tenían un emperador para ocupar ese lugar en caso de vencer, su nombre era Ge-Lung, y era hermano de Siao.

Sousuke se encargó de investigar sobre el uso de la pólvora y supo que los que mejor la manejaban eran los Huang Ma Pen. Los señores de la muerte se especializaban en el Maho usando sangre. Eran nigromantes. Se creía que sus gobernantes podían estar asociados con demonios. Como dato extraño pude observar que Shirahime-sama lo trató mucho mejor durante ese mes de viaje.

Ryuichi se reunión con Zuang Zhe, tenía varias preguntas que hacerle:
-¿Cómo supieron que íbamos a movilizarnos?
-Tenemos un buen sistema de información.
Le habló sobre un rokugani, de nombre Mugen, que estaba casado con una mujer ciega de buena posición, su nombre era Siao.
-Ambos son muy buenas personas, ella le asignó el puesto de líder de la inteligencia. Él tiene conexiones con los bajos fondos.
-¿Por qué se unió a nosotros?
-Porque acepto la derrota, y ser vencido ante un ejército superior. No pensábamos que tenían tanta caballería, y la destrucción de nuestros cañones y el depósito de pólvora fue lo que terminó de definir nuestra derrota. No contábamos con que iban a presentar un combate tan abierto y no pudimos concentrar nuestras fuerzas. Lograron desarticular nuestras armas y no pudimos contra el embate de la caballería.
Las siguientes preguntas de Ryuichi se centraron en la familia Huang Ma Pen, en especial en Siao. A lo que el capitán le preguntó por qué estaba tan interesado.
-Uno de ellos logró lo que yo nunca pude.
Ryuichi así consiguió lo que más estaba buscando, la dirección de la célula de información en Minao.

Los Cheng que ahora formaban parte de nuestro ejército se dividieron en dos grupos, los primeros que habíamos reunido en el camino y los que quedaron del ejército de Zuang Zhe. Si en algún momento alguno parecía intentar una revuelta “desaparecía misteriosamente” y su cuerpo, al igual que sus posesiones, nunca era hallado. Yo sabía que el encargado de este trabajo era Shun, pero él no me hablaba de esas cosas.

Hinokagisume y Asai hablaban bastante con Zuang Zhe sobre la estrategia militar de cada facción en Cheng. Así lograron averiguar que Huang Ma Pen utilizaba pocos soldados y muchas armas de fuego, tanto rifleros como mosqueteros poblaban sus filas, además de una nueva incorporación, la artillería a caballo. Su principal estrategia era atraer al enemigo hacia ellos.
Zhuo, sin embargo, utilizaba formaciones clásicas, no utilizaba grandes números y su principal fuerte eran las trampas. Era casi imposible sacarlos del territorio que habían elegido para combatir. Tenían poca fuerza militar, ya que eran pocos los que se presentaban para analizar profundamente el terreno.
El ejército de los señores de la muerte era más numeroso, pero tenían menos entrenamiento militar, no respetaban mucho las formaciones y se decía que onis y nigromantes los acompañaban en combate. Éstos se encargaban de levantar a los muertos, así de repente, uno podía estar combatiendo contra los que habían sido sus propios compañeros.
Los tigres en cambio tenían una buena caballería, tanto arqueros como lanceros y utilizaba formaciones clásicas. El tigre del sur tenía más caballería y el del norte más infantería y arqueros.

Estaba con Shun en su tienda cuando Ryuichi fue a verlo. Le dije que podía retirarme si lo deseaba pero él dijo que no era necesario. Le preguntó a Shun cómo habían sabido con cuántos hombres contábamos, él le dijo que tenían una buena inteligencia, liderada un tal Mugen, un rokugani y Jin Zhuo, su compañero. El monje le sugirió “desinformarlos” y tomar los puntos de información, a lo que Shun estuvo de acuerdo y decidieron hablar con el comandante en la reunión sobre el asunto.
Así lo hicieron, y además Ryuichi agregó que Mugen tenía pedido de captura por nuestro emperador.
La reunión se extendió planificando los siguientes movimientos, una vez cruzando Minao ya estaríamos en territorio hostil. Makasuki opinaba que debíamos entrar por Huang Ma Pen y luego cruzar las montañas, pero Iashiro no estaba tan convencido, ya que de ganar a los tigres el trono sería ocupado por esa familia. Taiga opinaba que entrar por territorio de los señores de la muerte era un suicidio, y yo estaba de acuerdo con él.
Shun dijo que quizás podríamos negociar con Huang Ma Pen y con Zhuo para acabar con los señores de la muerte y luego dejarlos que diriman por el territorio. Taiga pensaba que quizás podríamos negociar con las tres facciones.
Luego de mucho discutir, concluyeron que debíamos capturar a Mugen y tomar la red de información. En cuanto a salir de Minao fue Hinokagisume el que resumió el plan: íbamos a llegar al río con el ejército, plantearíamos un sitio y luego el ejército volvería aduciendo que no podía tomar la fortaleza. En la confusión un pequeño grupo tomaría hacia territorio de los señores de la muerte haciéndose pasar por una caravana de comerciantes.

Esa misma noche nos dirigimos hacia la dirección que había conseguido Ryuichi, para completar la primera parte del plan. Era la segunda vez que me disfrazaba de soldado Cheng. Shun fue a hacer un reconocimiento y cuando volvió nos dirigió hacia una casa iluminada con base de piedra. Era un prostíbulo y dentro se aspiraba aroma a drogas y había mujeres semidesnudas que se acercaron a nosotros en busca de clientes. Shun habló con una de ellas y lo miré muy mal. Subiendo las escaleras un hombre musculoso custodiaba la entrada. Ryuichi dijo que teníamos información para el jefe y él le pidió la contraseña. Ryuichi no la recordaba con exactitud y cuando el guardia iba a dar la alarma no pudo hacerlo, yo había hecho que olvidara los últimos cinco minutos de su vida. Él volvió a preguntar y esta vez Ryuichi respondió correctamente, por lo que nos dejó avanzar.
En la sala vimos a Mugen, sentado frente a un tablero de Go, su contrincante era un hombre vestido con kimono azul, presuntamente su compañero Jin. Cuando Mugen vio al monje lo reconoció como su padre y se aprestaron a combatir. Taiga iba a combatir contra Jin “Deja al padre solucionar el asunto con su hijo” le dijo.
Los demás combatimos contra sus ayudantes, eran demasiados y Makasuki cayó con el primer golpe. Las cosas no estaban yendo bien. Todo fue muy rápido y poco a poco fuimos derrotándolos uno a uno pero Mugen y Jin saltaron por la ventana.
Estábamos heridos pero aún así Ryuichi saltó a buscar a su hijo. Abajo nuestro comandante había dado cuenta de ellos. Mugen y Jin estaban en el suelo cuando de la nada apareció una mujer ciega que le dijo:
-Puedes llevártelo si prometes que lo dejarás vivo.
-Lo prometo.
La mujer se llevó a Jin y se perdió en la noche.

lunes, 18 de mayo de 2009

Fecha 5: 03/05/2009

Las negociaciones solo quedaron en el campo de las ideas, porque estaba batalla iba a dirimirse en otros aspectos. Cuando Shun llegó con las novedades de que ellos nos estaban esperando y apuntarían contra nosotros su artillería no hubo más posibilidad para el diálogo. Sabía que Hinokagisume, Makasuki y Iashiro habían estado horas debatiendo sobre el mejor curso de acción y toda posible contingencia. Como yo no servía para eso decidí esperar la reunión del día siguiente en donde supuse me asignarían una posición. No sabía nada de Taiga y Ryuichi, quizás el comandante les hubiera asignado alguna misión.
Ya había oscurecido cuando Shun entró a mi tienda y me contó las novedades, lo escuché pero eso era algo que a mí poco me importaba. Fue bastante escueto en sus palabras, era evidente que no había ido allí para contarme sobre estrategia militar. Creo que ya a ninguno de los dos nos importaba lo que pudiera o no sospechar nadie y nuestros cuerpos volvieron a amarse dentro de una tienda de campaña, a pocas horas de la batalla.
-Tenemos una misión que cumplir- me dijo.
Yo me temía que había algo más y que nuevamente iban a enviarnos a realizar una misión suicida, suspiré.
-¿Qué tenemos que hacer?
-Vamos a introducirnos en el campamento enemigo, iremos disfrazados de soldados Cheng y neutralizaremos la artillería.
No me equivocaba, íbamos a utilizar una vez más la estrategia que había sido tan útil en la batalla de la Posta de las Tres Fortalezas. Sabía que era muy peligroso, pero si estaba con él eso no era relevante, al menos podía ser útil en algo.
-¿Quiénes iremos?
-El tensai, tú y yo. Nos vamos a infiltrar como soldados Cheng. Supongo que si sobreviste estos dos años es porque sabés mentir.
-Tuve que aprender ¿Lo sabe el comandante?
-Sí.
-¿Y Shirahime?
-No- dijo terminante y me hizo un gesto que significaba que ella estaba totalmente loca.
-Igualmente no sería fácil disfrazarla de soldado Cheng… ¿Cuándo partimos?
-Lo antes posible.
Y realmente todo fue muy rápido, fuimos a buscar a Sousuke que no parecía dispuesto a abandonar a su maestra, acompañante, o lo que fuera.
-¿Y Shirahime-sama?
-No, ella no va a venir, solo iremos nosotros, y no digas una palabra- le dijo Shun.
Llevamos a Sousuke muy en contra de su voluntad, pero sabía que él haría todo lo posible para que la misión fuera un éxito, y la realidad era que lo necesitábamos. Cabalgamos hasta el campamento enemigo, con nosotros venían seis soldados Cheng de los que habíamos reclutado en el camino y un anciano shugenja unicornio. Cuando llegamos al campamento unos soldados nos interrumpieron la marcha.
-Alto ¿quiénes son ustedes?
-Logramos escaparnos de esos malditos Rokuganis, tenemos información valiosa sobre su campamento- mintió Shun.
-¿Quién es usted? ¿Cómo es su nombre?
Shun les dijo un nombre que no recuerdo pero se lo veía bastante nervioso.
-¿De dónde viene?
Él nombró una ciudad del mapa de Cheng, si seguían preguntando cosas iban a descubrirnos y sería el fin de todo, pero no fue así. Lo primero que querían saber era quién de nosotros iría a hablar con el comandante. El shugenja unicornio se ofreció a informarles, mientras tanto nosotros fuimos conducidos por los guardias. Shun les hablaba para distraerlos mientras Sousuke y yo buscábamos el momento propicio para separarnos.
-¡Eh! ¡Alto!- escuchamos que nos gritaron cuando nos fugábamos de su vista.
-Déjenlos, ellos se aman- dijo Shun.
Tanto Sousuke como yo estábamos vestidos de hombres y el guardia hizo un gesto de asco.
-Yo no te amo- me dijo Sousuke cuando estuvimos fuera de su alcance.
-No te preocupes, yo tampoco- le aseguré.
Buscamos por todo el campamento algo que se pareciera a esos cañones que nombraban tanto y los encontramos en una de las tiendas. Había ánforas selladas que dentro tenían carbones encendidos. Cerca de ellas encontramos unos enormes cilindros de metal.
-¿Serán estos?- le dije a Sousuke.
-Supongo que sí…
-¿Y cómo los vamos a destruir?
Esa era una buena pregunta, ninguno de los dos tenía ni idea de cómo hacerlo.
-Podríamos intentar transportarlos...- pero eran demasiado pesados, un caballo no los soportaría y no podíamos arriesgarnos a una maniobra así, había que destruirlos.
En ese momento Sousuke sintió el frío de un acero rozando su cuello y el terror se apoderó de su ser. Yo miré por sobre sus hombros y suspiré aliviada, era Shun.
-Deberías ser más cuidadoso- le dijo Shun sonriendo.
-¡Estúpido!- le dijo él, el odio que asomó a su mirada era evidente.
Teníamos que actuar rápido y ya sabíamos donde se encontraban las armas que iban a usar contra nosotros en la batalla. Había algunos guardias y Shun me dijo que los distrajera. Supuse que se iba a encargar de los demás mientras tanto. Me acerqué a uno de los guardias y le dije que había soldados que no conocía rondando por el depósito de armas. Él se sorprendió, pero no llegó a responder, Shun le había cortado el cuello. Antes de que dieran la voz de alarma subimos a nuestros caballos y Shun le pidió a Sousuke que arrojara un rayo de fuego a la tienda donde habíamos estado.
La explosión fue terrible, y un viento convocado por mí ayudó a avivar el fuego, eso los iba a tener entretenidos durante un buen rato. Cabalgamos hacia la salida, allí nos esperaba el shugenja unicornio. Shun disparaba flechas una y otra vez mientras Sousuke y yo usábamos nuestros hechizos para detenerles el avance. Logramos escapar, por muy poco.
Cuando llegamos al campamento Shun informó en la reunión que la misión había sido un éxito, aún no se terminaban de definir ciertos detalles pero yo sabía que ellos tenía que saber algo más.
-Debería informarle que saben ellos de nosotros.
-¿Qué?- se sorprendió Iashiro.
-El shugenja unicornio habló con su líder- les dije.
-¿Qué saben de nosotros?- le preguntó Iashiro a Shun.
-Tuvimos que darles cierta información para poder realizar la misión…- Shun me miraba fijamente, pero yo no iba a dejar que por nuestra misión murieran inocentes- Saben con cuantas tropas contamos.
-¿Y la novedad?- dijo Hinokagisume.
Igualmente al comandante no pareció importarle eso, estaba más preocupado por la batalla que tendríamos al día siguiente. El avance sería por la mañana, momento del día en el que ellos tendrían el sol de frente. Asai había sugerido que las tropas descansaran bien esa noche.
El comandante dibujó sobre el mapa la posición de las tropas, iban a formarse en posición de medialuna y así avanzarían. Los arqueros a ambos lados, yo iría del lado derecho, junto a Shun, al que habían asignado como mi protector. Makasuki iría al frente de una de las unidades de infantería, al igual que Hinokagisume. La caballería iba a intentar rodearlos. Unos trescientos hombres fueron enviados por el comandante varias horas antes para que pudieran llegar a la batalla por detrás. Estaban al mando de Kazak Moto.
El sol salió y la arenga a las tropas por parte de Hinokagisume, ya un héroe entre los soldados, no se hizo esperar; luego el comandante dijo las últimas palabras dando ánimo a sus hombres, pero se notaba que eso no era lo suyo. Todos tomamos nuestras posiciones y comenzamos el avance hacia el ejército enemigo de Chengs que se habían aliado para detenernos. No era lo que Iashiro esperaba, no era momento de combatir todavía, estábamos aún a mucha distancia de nuestro objetivo real y no quería perder tropas. Pero su deseo no se vio concedido.
Nuestro avance fue demasiado rápido y las primeras filas de Hinokagisume fueron arrasadas al igual que el contingente a las órdenes de Akemi. Los shugenjas estábamos demasiado lejos del rango como para poder hacer algo, en la refriega quedamos atrás con los arqueros. La lluvia de flechas inundó el campo de muertos. Pero nuestra victoria llegaría con la caballería que se abrió paso por detrás. Iashiro y Tachibana comandaban las líneas, y cuando llegaron los refuerzos al mando de Kazak, el campamento Cheng era una total confusión. Solo quedaban cuatro cañones de los diez que había inicialmente pero ninguno de ellos disparó contra nosotros, nuestra misión había sido un éxito.
Ganamos esa batalla, pero muchas vidas de valientes guerreros se perdieron, el comandante decía que la culpa era de él, pero no había culpables, solo muertos.
El comandante llamó al líder, su nombre era Suang Zhe. Él junto a dos mil novecientos Cheng se encontraban en nuestro campamento, prisioneros y vigilados de cerca por nuestros hombres. Iashiro le dijo que nosotros no estábamos allí para invadir Cheng, que él podía o no unirse a nuestro ejército. El prisionero le dio información sobre los señores de la muerte con los que no parecía estar de acuerdo, dijo que combatiría con nosotros y nos sería fiel, siempre y cuando no atacáramos a los Huang Ma Pen. El comandante no podía darse el lujo de dejar soldados atrás cuando los necesitaba adelante, pero la sombra de una traición entre sus filas iba a seguirlo también. No había forma de saber si podíamos confiar en ellos o no.
La batalla concluyó dejando solamente varias bajas para ambos ejércitos, Iashiro estaba muy mal, se habían perdido valiosas vidas en esa batalla, casi todos unicornio. Akemi era la que estaba más herida, todo su escuadrón había sido diezmado. Ella misma se encargó de levantar los cuerpos ensuciando sus manos, quise ayudarla pero no me dejó. “A este lo conocía desde que era chico” “Con éste estuvimos combatiendo codo a codo” decía mientras lo hacía. No parecía querer ayuda de nadie aún así le dije “Piensa que al menos el hombre que amas está con vida”. Yukimura me dijo que era mejor dejarla sola y así lo hice, esa batalla inútil se había llevado muchas vidas, pero muchas de las que quedaban en este mundo iban a llorarlas.
Hinokagisume dio el discurso felicitando a las tropas, pero Iashiro y él sabían muy bien que esa no había sido una victoria. Makasuki realizó una danza en honor a los caídos y todos lo observaron, ya era un héroe, su espada se había lucido en el campo de batalla, pero ahora él se lucía en un arte que manejaba tan bien como el acero.
Odiaba no haber podido hacer nada, ayudé a Shirahime a atender a los heridos y confeccioné adornos con flores para los caídos en combate, las piras llevaban hasta el cielo las almas de los que hacía pocas horas habían sido nuestros compañeros. Akemi no lloró frente a los soldados y ella misma los arrojó a las flamas, pero sabía que cuando estuviera sola sus ojos no dejarían de derramar lágrimas.

*****

Luego de los funerales fui a descansar a mi tienda, y comencé a preguntarme muchas cosas, pero la principal y la que no me dejaba conciliar el sueño era una sola: ¿Por qué el seguía en este lugar? ¿Por qué hacía todo esto? Decidí que iba a hablar con él, era la única forma de quedarme tranquila.
Él estaba impartiendo órdenes a los nuevos reclutas Cheng que nos habían acompañado en la última misión al campamento. Esperé hasta que estuvo solo y me acerqué, no sabía si eso iba a hacerlo enfadar, no me gustaba molestarlo, pero me arriesgué.
-Que pasa- me dijo fríamente mientras continuaba mirando al frente.
-Quiero hacerte algunas preguntas, sino te molesta…
-¿Tiene que ser ahora?
No entendía que le pasaba, quizás ya se imaginaba de lo que quería hablarle. Pensé que quizás ese no era el momento propicio así que solo le pregunté:
-¿Dónde nos podemos ver?
-Tampoco estoy tan ocupado- escuché su risa detrás de la máscara y sonreí, a él le gustaba mucho jugar ese tipo de bromas.
-¿Son los mismos soldados que nos acompañaron?
-Así es, estaba batalla se ganó gracias a nosotros aunque no quiera reconocerlo.
-Y gracias a la estrategia del comandante, además quedaban cuatro cañones todavía.
-Sí, él es muy competente, pero nosotros destruimos sus cañones. Podrían haberlos disparado contra la infantería y no lo hicieron, eso significa que estaban inutilizados.
No lo había pensado, igualmente ya no importaba eso ahora.
-¿Qué puedo hacer por vos princesa?
Hacía dos años que no lo escuchaba llamarme así y ese solo hecho me produjo una alegría que hacía mucho tiempo no sentía. Alrededor no parecía haber nadie escuchando, igualmente sabía que él no hablaría de no poder hacerlo.
-¿Por qué hacés esto? ¿Por qué estás acá?
Sus ojos me miraron fijamente a través de la máscara de oni, él se acercó y yo retrocedí, no me gustaba verlo con ella.
-No sabía que eras tan ciega ¿acaso no es obvio?
-¿Qué es lo que no puedo ver?- le pregunté, sabía qué iba a responder pero quería que me lo dijera él mismo, no quería conjeturas, quería la verdad de sus labios.
-¿Querés saberlo? Sí, lo hago por ti, pero también por mí, para redimirme, para demostrarle a mi padre que soy alguien que puede valerse por sí mismo, y que no soy el segundo como siempre me trató. Le voy a demostrar que puedo ser un héroe en esta guerra.
-¿Y por eso vas a morir?- no podía dejar de pensar que en la misión anterior había terminado muy malherido. Si había algo que no quería era que él se arriesgara por mi culpa.
-No voy a morir, además esto es mejor que seguir la vida miserable que empecé hace dos años…
No habíamos hablado de ese día, no era algo que quisiera recordar. Todo lo que había pasado y lo que él había vivido después era por mi causa.
-¿Qué te pasó?- tenía miedo de la respuesta pero igualmente formulé la pregunta sin vacilar.
-Hace dos años perdí mi alma.
-Para mí no perdiste tu alma.
-Pero vos sos mi chica. Después de lo que pasó me encerraron en casa. Un sirviente escapó y testificó en mi contra.
Jamás había sabido de eso, me quedé callada un momento y luego le pregunté:
-¿Quién fue?
-Ahora él ya está muerto, al igual que el investigador. Mi padre me obligó a recluirme, supo que era un asesino y no quería ensuciar el nombre de la familia. El hijo del Daymio un asesino… no podía permitir que algo así saliera a la luz.
-Mi vida no fue mucho mejor.
-Al menos a vos no te obligaron a permanecer encerrada. Voy a ser un héroe en esta guerra, y mi padre tendrá que reconocerlo.
-Tratá de no morir.
-Te dije que no voy a morir princesa.
-Yo no soy ninguna princesa.
-Sí que los sos, sos mi princesa.
Su mirada de deseo penetró mis defensas, era esa misma mirada la que hizo que me rindiera a sus pies, en ese momento cambió el tono de su voz y me dijo:
-Muy bien señorita Asahina ¿la puedo ayudar en algo más?
Un guardia se acercaba, sabía que la conversación había terminado. Noté que todo el tiempo había estado midiendo las distancias de todos ellos.
-No, muchas gracias- le dije y le hice una reverencia. Di media vuelta y me marché, reprimiendo mi deseo de abrazarlo y besarlo por lo que me había dicho, pero ya habría tiempo para eso, porque yo tampoco tenía pensado morir.

Fecha 4: 26/04/2009

Había llegado la hora de pagar por nuestra insolencia. No iban a dejarnos marchar tan fácilmente, no hubo tiempo, de la nada comenzaron a aparecer más y más soldados que protegía la fortaleza. Las flechas llovieron sobre nosotros y muchas dieron en el blanco. Hinokagisume, Taiga y Ryuichi se fueron por un camino, a cubrirnos por donde estaban subiendo los lanceros.
Makasuki vino con nosotros, me di cuenta que estaba obedeciendo a Akemi porque todo el tiempo miraba hacia donde yo me encontraba. Sobre sus espaldas llevaba a Shun, estaba muy mal herido y yo no podía curarlo, había utilizado toda mi fuerza en descargar la furia de la montaña sobre ellos. Sousuke se hizo cargo de los arqueros y comenzó a cubrirlos de piedras.
Vi como las flechas hacían mella en Makasuki y en el hombre que llevaba sobre sus espaldas, vi como lo cubría con su propio cuerpo para que no sufriera más daño. Me odié, jamás me había odiado así, no podía hacer nada por él. Nunca había sentido tanta impotencia.
Makasuki descubrió un sendero y subió por la ladera de la montaña como un rayo, dejó a Shun a resguardo y comenzó a arrojar flechas sobre los arqueros, no solo era bueno con la espada, también era bueno con el arco. Shirahime curó a Sousuke que había sufrido grave daño luego de bloquearles el paso a los arqueros ¿íbamos a morir allí? Quizás… pero habíamos logrado lo que queríamos, ahora la Posta de las Tres Fortalezas era un caos y no lograban reagruparse; un humo negro se elevaba de una de las torres, eran los estragos que había provocado Shun al volar el polvorín. Maldición, odiaba no poder ayudarlo, odiaba no poder hacer más por él ni por los demás.
Llegamos por fin arriba de la montaña a lo lejos vi como Hinokagisume cubría uno de los pasos que llevaban al otro lado de la montaña, pero eran demasiados. Ryuichi utilizaba sus manos para levantar las rocas y arrojarlas sobre ellos, era increíble la fuerza de ese anciano. Los ojos de Taiga estaban en un solo lugar, un hombre con una armadura diferente que claramente denotaba que su portador era de un rango superior, su mirada estaba fija en el líder, pero no podía llegar hasta allí, estaba recibiendo daño y más de treinta arqueros lo estaban cubriendo.
Hinokagisume cubría con su cuerpo la retirada, pero lo superaban en número. Taiga le señaló al líder. Ryuichi hizo una demostración de su fuerza cubriendo a su amigo. Arrebató la lanza del soldado Cheng, lo levantó sobre sus hombros y lo arrojó sobre los arqueros que los hostigaban con sus flechas.
Cuando nos reunimos algunos hablaban de continuar, Ryuichi quería defender la posición, yo me preguntaba con qué, si éramos un puñado de heridos a punto de desfallecer. Gracias a los dioses Akemi informó a nuestro comandante sobre la misión, él al instante decidió ponerse al frente de un grupo para ir a buscarnos.
Ryuichi logró encontrar una caverna en la montaña, Makasuki opinaba que era mejor ocultarnos primero, luego planear qué íbamos a hacer. Los heridos nos quedamos en el lugar elegido, Ryuichi le pidió a Makasuki que lo acompañara a investigar, a lo lejos se veía una luz. Taiga fue con ellos. Lograron descubrir un túnel, un paso que atravesaba las montañas, pero ahora estaba bloqueado gracias al aporte de nuestro Fénix.
Pasamos allí la noche, estuve al lado de Shun todo ese tiempo, creo que todos estaban demasiado ocupados como para percatarse de ello. Nunca en toda la noche abrió los ojos, seguía inconsciente, y yo seguía demasiado débil para curarlo. No había más que hacer que esperar, y pedirles a los dioses que no lo dejaran morir.
Cuando amaneció escuchamos ruidos de pasos en el túnel, hacia allí se dirigieron Makasuki y Ryuichi. En un momento Ryuichi no lo vio más, se había ocultado tan bien en las sombras que desapareció de su vista. Un soldado Cheng lo vio y quiso dar la voz de alarma.
-No vas a llamar a los demás.
En ese momento se armó una batalla entre nuestros amigos y algunos soldados Cheng. Makasuki peleaba valiéndose de su katana y Ryuichi solo de sus puños. Cuando pasó el tiempo y no volvían fuimos con Sousuke y Taiga a buscarlos, por suerte llegamos a tiempo para ayudar a Makasuki que estaba malherido. Taiga ayudó a su amigo y pudieron tomar prisionero al último de los soldados del contingente.
-No va a hablar- le dijo Ryuichi que había intentado razonar con él.
-Dile que tiene suerte de ser un extranjero, en nuestras tierras, su vida ya sería mía.
-En nuestra tierra tu vida le pertenecería, si hablas te dejará marchar- le tradujo.
-No diré nada.
-Dijo que no dirá nada.
Acto seguido Taiga le cortó el cuello. Más pasos se escucharon por el camino.
-Alto ¿quién vive?- era la voz de Moto Iashiro.
-Un compatriota. Capitán, hemos sobrevivido, o algo así.
-Sus acciones se pudieron ver desde lejos, los felicito a todos.
El comandante dio instrucciones para que nos fuéramos de allí de inmediato, había que ayudar a los heridos y era una locura permanecer en ese lugar. Agradecí que dijera esto, realmente me dolían demasiado las heridas de flecha que había recibido, y lo que más me dolía era que Shun aún no despertaba.

La fortaleza fue tomada por el emperador sin ningún esfuerzo ni pérdida de ningún tipo. Era lo que nosotros queríamos, nuestro emperador se quedaba con la gloria, sin que su vida sufriera riesgo. Tiempo después los historiadores contarían que la misma naturaleza estaba aliada con el Emperador y la montaña le prestó su ayuda para vencer a los soldados de Cheng.
Ryuichi quiso conversar con el prisionero. Zeng Dung, líder de la Posta ahora era prisionero del Tigre del Sur. El dragón preguntó sobre las intensiones de su familia Huang Ma Pen, pero era lógico que lo que querían era el dominio del territorio Cheng. La familia Huang Ma Pen era uno de los tres de la Alianza contra el poderío de los dos Tigres. Pero Ryuichi quería saber algo más, y tenía que ver con su hijo, y Zeng Dung parecía conocerlo. Le habló de Mugen, le contó sobre la mujer que lo había cautivado, una embajadora de su familia en Rokugan. Además le contó sobre un concilio a llevarse a cabo entre los tres aliados, donde se decidiría quién se quedaría con el mando principal.
-Huang Ma Peng tiene trato con los señores de la muerte, por este momento deberían estar en un concilio- le dijo Ryuichi al comandante- Sería un buen momento para atacar…
-Gracias, lo voy a informar en la reunión de hoy.

Iashirou se reunió con el shogun y con el emperador. Junto a ellos además estaban Taiga y Ryuichi. Nobunaga informó que el Tigre del Sur iba a darnos paso, pero que el Tigre del Norte no nos tenía en tanta estima. Esto era lógico ya que nos habíamos “aliado temporalmente” a su hermano con el que estaba en disputa el trono.
-Yo sugiero ir contra lo más difícil primero- dijo Iashiro.
-Cómo…- Taiga quería las cosas claras.
-Los señores de la muerte.
El dragón asintió dando su respaldo a su comandante.
-El Tigre del Sur solicita nuestra asistencia en la Capital, allí va a dirimir el asunto con su hermano. Emperador, le sugiero que lleve a sus mejores hombres y partamos hacia allí.
-Pero eso me alejaría de la batalla…
Nobunaga le dijo que yendo hacia Cheng él sería el responsable de unificar el imperio Cheng, y pacificar a estos dos hermanos. Luego con todo el ejército podrían ir a asistir a Moto Iashiro. El emperador aceptó la propuesta algo reticente, pero gracias al shogun lograron alejarlo de los problemas, al menos por un tiempo.
-Solo iremos tres mil personas, el resto se los llevará Moto Iashiro para atacar a los señores de la muerte. Espero que estés a la altura.
De las sombras apareció un hombre vestido de sacerdote, tenía puesto un sombrero en forma de cono y se dirigió al emperador por su nombre:
-Es una buena decisión, Mitsuhide. Yo iré con ustedes, mi nombre es Gorogoro- se presentó el extraño personaje.
-Ya todo ha sido dicho, que cada uno tome su posición- fueron las últimas palabras que pronunció el shogun.
Cuando estuvieron a solas el shogun le dijo a Iashiro que iba a dejarle las mejores tropas. Ahora él debía ir a informar a su gente. Le palmeó el hombro y continuó su camino. Él iría junto al emperador, la carga de la responsabilidad ahora caía enteramente sobre los hombros de Iashirou.
En la reunión con Iashirou el parecía tranquilo, probablemente porque ahora sí sabía contra quién debía combatir y lo único que le preocupaba ahora era como iba a mover las tropas, el aprovisionamiento, y las estrategias de batalla en caso de presentarse. Pidió mapas y comenzó a organizar las líneas de suministro, no solo en Cheng, sino también en Rokugan.
Nos dieron una semana para prepararnos y reunir la información que pudiéramos.
Ryuichi y Taiga se encargaron de averiguar más información sobre este concilio a realizarse en el territorio de Huang Ma Pen, se llevaría a cabo dentro de dos semanas y en el mismo se iba a dirimir quién iba a ser el líder de la Alianza de los Tres. La principal desconfianza estaba con los señores de la muerte. Las otras dos facciones Zhuo y Huang Ma Pen se disputaban el comercio marítimo, las especulaciones eran que el concilio iba a demorar mucho tiempo en llegar a un acuerdo.
Ryuichi continuó las averiguaciones de la misteriosa mujer a la que seguía su hijo. Su nombre era Shiao, los rumores decían que detrás de su apariencia amable se escondía una pantera a la hora de pelear.
Taiga por su parte averiguó que el concilio se llevaría a cabo en territorio de los señores de la muerte, los pocos que pudieron entrar en el palacio principal dicen que “hay una cosa rara mágica”.
Yo caminé por la ciudad, me acerqué al mercado y le pregunté a la gente que sabían de “los señores de la muerte”. Algunos me dijeron que no eran más que supersticiones, sí los soldados se pintaban para asustar a su adversario, pero pueden matarse como a cualquier mortal. Los campesinos me hablaron de “monstruos” que surgían de la tierra, seres malignos que ahora habitaban su país, desde que la dinastía Yie se unió a ellos, antes no había nada de eso, aparecieron de la nada, como por arte de magia. Seguramente ninguna de estas dos posiciones era cierta en su totalidad, yo creía firmemente que era un poco de ambas. Muy probablemente pudiéramos matar a muchos del ejército de “los señores de la muerte” pero también había altas chances de que las sombras hubieran ido a reinar allí donde las dejaron entrar. Tendríamos que encargarnos de eso, porque era el principal peligro.
En la ciudad vi que Makasuki utilizaba el tiempo mucho mejor que nosotros, estaba mostrándole a Cheng el arte de Rokugan. Un día que lo vi realizando una demostración me quedé mirándolo, era realmente bueno y lo que hacía, lo hacía con pasión. La gente lo aplaudía y le preguntaban si estaba dispuesto a hacer funciones en la ciudad, pero él no estaba interesado en el dinero, les agradeció, peor no aceptó.
Sousuke estaba enfrascado en el descubrimiento de esa nueva “magia” que había encontrado en los pergaminos hallados en la fortaleza. En Cheng lo llamaban “maho”, era una magia diferente basada en runas y caligrafía, Sousuke aún no entendía bien, pero se esforzaba en interpretar la forma en que los Cheng realizaban magia sin intervención de los kamis.

Una semana después partimos. El camino fue bastante tranquilo. Nos fue llegando información sobre el ejército del Tigre del Sur que ya se preparaba para ir a enfrentarse al Tigre del Norte, o con los señores de la muerte, dependiendo de lo que ocurriera en la capital. Además nos llegaban también mapas actualizados que eran analizados a fondo por Iashiro y Hinokagisume. El concilio había llegado a su fin, muy rápidamente en contra de los pronósticos, en el mismo se decidió que el líder de los Huang Ma Pen sería coronado como señor de Cheng. Las otras dos facciones aceptaron un segundo lugar. Las malas lenguas decían que se dirimió muy rápido para la gran decisión que se había tomado.
La zona que recorríamos era muy agrícola, con gran cantidad de cultivos de arroz. Mientras avanzábamos descubrimos muchos castillos de nobles que si bien estaban aliados con el Tigre del Sur a nuestro comandante no le agradaba en absoluto dejarlos atrás. Si todos ellos llegaban a unificarse y a formar un ejército sería un gran problema. Por eso Iashiro negoció con ellos, algunos incluso les ofrecieron tropas y logramos reclutar en el camino mil soldados Cheng.
Al décimo día de viaje vimos tropas en el horizonte, no se estaban moviendo, era un campamento. Los exploradores dijeron que llevaban el estandarte de Huang Ma Pen. Por orden del comandante retrocedimos a una posición más defendible, parecía inminente que nos atacaran, y comenzaron las preguntas ¿Qué pasaría si los nobles que habíamos dejado atrás se unían a este ejército? ¿Y si los soldados Cheng que estaban con nosotros nos traicionaban?
Iashiro armó una reunión, el ejército que teníamos enfrente nos doblaba en número, pero hacia allí teníamos que dirigirnos, ese camino nos llevaba a nuestro objetivo final, el territorio de los señores de la muerte, pero Iashiro no quería perder tropas en esta etapa del viaje y las advertencias de Hinokagisume y Taiga de atacarlos de frente no parecían convencerle, quizás era preferible negociar.

Fecha 3: 19/04/2009

El día se presentó propicio para avanzar. La caravana se apresuró a recorrer los kilómetros que nos separaban de Cheng. En el camino se nos unió la caballería. Quince mil hombres era todo nuestro ejército, aquellos que irían a combatir en tierras extrañas en nombre del hijo del sol, y morirían por ello de ser necesario, o no morirían y volverían con la gloria de su emperador.
Eran soldados profesionales, muchos veteranos con experiencia, pero ninguno sabía hacia donde iría, Cheng era una incertidumbre tras otra, ni siquiera sabían quiénes eran aliados, quiénes enemigos. Detrás iba la caravana que transportaba las provisiones, secundando a las tres alas, lideradas por Nobunaga, Iashirou, y el mismo emperador.
Llegó la noche y arribamos al último refugio en Rokugan, “Capilla del Sendero de la Tristeza, no era un nombre propicio, y decidí consultar a los astros, aunque antes me interrumpió una voz conocida.
-Disculpa… ¿podemos hablar?- Era Utaku Tachibana. Creí que no iba a volver a acercárseme después de la charla de la otra noche, pero seguramente ella también quería saber en cuál de los dos estaba interesada yo.
-Sí…
-Disculpame por mi trato el otro día, no supe apreciar tu sinceridad.
-No te preocupes, disculpame tú, fui muy ruda al hablar.
-Quería decirte que…- se veía que le costaba hablar y que le daba mucha vergüenza lo que iba a decir- sí hay un escorpión que me interesa…
-Bueno, ahora ya sabes que somos dos.
-¿Y cuál es el que te gusta?- a esta altura ya estaba ruborizada.
-No creo que lo conozcas, es el que lleva la máscara.
Ella suspiró aliviada y yo sonreí, era más que obvio que le interesaba Yukimura.
-Que bueno… gracias- la conversación había terminado, me hizo una reverencia y salió de la tienda.

Makasuki había estado hablando con Akemi durante la mayor parte del viaje, y en un momento dado de la conversación ella se animó a preguntarle:
-¿Has pensado en casarte?
-No, no lo he pensado.
-Hay muchas chicas aquí… podríamos arreglar una boda.
-Es una posibilidad, aunque primero sería prudente ver que es lo mejor para la familia.
-Supe que te enfrentaste al maestro de la espada del templo… ¿quién ganó el duelo?
-Perdí.
-Que bueno que puedes reconocer la derrota.
-Es un maestro de la espada muy bueno.

Yukimura era muy amable, creo que le preguntó a todo el campamento si estaban bien o necesitaban algo, entendí por qué Tachibana estaba interesada en él. En cambio Shun estuvo muy callado, al menos no habló conmigo. No fue algo que me sorprendiera, él era así y yo lo amaba por ser quien era. No me acerqué a él, temía que alguien pudiera relacionar nuestro pasado de alguna forma y preferí reprimir mis sentimientos, aunque por dentro me moría por hablar con él.
Antes de salir de Rokugan decidí utilizar mis dotes de adivinación. No conocía ese cielo, eran estrellas que jamás había visto, y eso reflejaba muy bien el estado de incertidumbre en el que nos encontrábamos. Una nube negra cubrió parte del cielo, eso no podía significar nada bueno, al igual que la línea de estrellas que predecían mi vida, estaban demasiado apagadas y eso solo podía significar dos cosas, que iba a morir, o que iba a morir él. Alejé mis pensamientos y mis ojos de ese lugar, esperando que fuera la primera opción. Las nubes lentamente se corrieron y pude ver nuevamente ese firmamento extraño, una estrella fugaz lo cruzó de lado a lado, un rayo de esperanza, quizás luego del sufrimiento todo terminara bien para nosotros, o al menos para algunos.
Por fin ingresamos en territorio del Tigre del Sur, la primer ciudad grande donde paramos se llamaba “Zuang De”. Lo primero que me llamó la atención fue la gran cantidad de gente, ni siquiera nuestra ciudad imperial tenía tal cantidad de personas yendo y viniendo. La ciudad estaba fuertemente armada y la parte principal de la ciudad estaba amurallada. Vi muchas pagodas en el camino hacia el lugar de la reunión.
Nos recibieron los magistrados y armaron un banquete para los altos mandos, allí estaba nuestro emperador y nosotros asistimos como el Estado Mayor de Moto Iashiro. El discurso fue político y se notaba claramente que quería nuestra adhesión antes que nos uniéramos al otro “tigre”, o sus enemigos “La Alianza de los Tres”.
-Estamos dispuestos a darles mucho oro por sus servicios.
-Nosotros no queremos eso- dijo el emperador- venimos a liberarlos de los insurgentes.
-Existe una posta… que todavía no pudimos conquistar, pertenece a la familia Huang.
-Lo haremos.
-Le otorgaremos gente para que los asistan.
-¡No necesitamos gente! El ejército de Rokugan es suficientemente valiente y poderoso para realizar esta empresa solo.
Creo que el sentimiento de todos fue el mismo, ese niño iba a llevarnos a la muerte, pero era nuestro emperador y haríamos cualquier cosa por complacerlo, y evitar que muera.
Había llegado el momento de reunir información. Akodo Hinokagisume tomó el lugar de mando ya que nuestro comandante Moto Iashiro había ido a reunirse con Nobunaga y el emperador. Nos dividimos en grupos, Sousuke y yo iríamos a investigar a la biblioteca. Yukimura, Tachibana y Ryuichi irían a hacer un reconocimiento a la posta. Taiga, Makasuki y Hinokagisume irían a reunirse con los mandos militares de la ciudad. Bayushi Shun ya había desaparecido, iría a buscar información por su cuenta, y por sus propios medios.
A la biblioteca nos acompañó Shirahime, que estaba siempre al lado del Fénix. Nos atendió una mujer y le pedimos información sobre historia de los últimos cien años, aunque según lo que nos dijo su historia tenía más de cinco mil. Además le pedimos mapas de la zona y de “La Posta de las Tres Fortalezas”, tal el nombre de la posta que debíamos tomar para el Tigre del Sur.
-Lee- le ordenó Shirahime y Sousuke comenzó a traducir los rollos de pergamino que nos habían sido otorgados.
“Hace doscientos años, hubo una guerra entre cuatro hermanos de la Dinastía Yie, se llamó la ‘guerra de las cuatro plumas’. Los sobrevivientes se aliaron con los señores de la muerte y formaron la dinastía Yie Leng, y lograron unificar el reino, pero fue una dinastía de terror, que finalizó con la intervención de los Siete Truenos, los héroes de Rokugan. La dinastía Yie Leng tuvo que otorgar tierras para poder sustentarse, luego cuando el emperador murió, sus dos hijos comenzaron a pelearse entre ellos, mientras el poder de los nobles crecía”

Hinokagisume, Taiga y Makasuki fueron a los campos de entrenamiento militar, la mayoría de los solados eran niños que como mucho tenían diez años de edad. Estaban practicando artes marciales. El uniforme era de color rojo, al igual que los estandartes, que ostentaban un tigre dorado sobre fondo escarlata. La armadura era de cuero negro y rojo y el casco tenía una especie de visera, portaban lanzas y espadas curvas al cinto. Todos estaban ricamente ataviados.
El capitán les informó que habían enviado hace dos meses a un teniente al frente de cinco mil hombres a la posta, por su negligencia se habían perdido muchas vidas. Era el hijo de un noble, y por ese título había logrado su propósito de ir a combatir a la posta. Lo ejecutaron al regresar por su fracaso. Los tres hombres de Rokugan se miraron asombrados, todo nuestro ejército eran quince mil hombres y ellos enviaban a un teniente al frente de cinco mil solados como si nada fuera a tomar una posta, sin mencionar que a nosotros nos lideraba el propio emperador.
Calculaban que entre mil y mil quinientos soldados habían defendido la posta, no eran muchos, pero el teniente había cometido un grave error, utilizó una pieza de artillería para abrir un hueco en la muralla y envió al grueso de los lanceros a atacar sin esperar. Resultó que la brecha era muy pequeña y hubo un amontonamiento de soldados y resultó una masacre. El ejército fue brutalmente repelido por los defensores.
Actualmente en Zuang De se estaban construyendo armas de asedio y pudieron ver las “armas de trueno” que disparaban pequeñas piedras pero con una fuerza tal que podían atravesar las armaduras.

Ryuichi se separó de Yukimura y caminó rumbo a la posta. Era un camino carente de vegetación en medio de las montañas. En el camino lo vio un niño campesino y le preguntó:
-¿Se ha perdido?
-Sí, debería estar llegando a la ciudad de Zuang De.
-Ah… pero todavía está muy lejos…
-Entonces me temo que me perdí…
-¿Es usted un monje?
-Sí.
-Entonces podría solicitar asilo en “La Posta de las Tres Fortalezas”
-¿Vives cerca de aquí?
-Sí, en una aldea cerca de las montañas, allí podríamos alquilarle un caballo si lo desea.
Ryuichi se dejó guiar por el niño. Llegaron a una aldea muy pobre, había terrazas en las montañas donde cultivaban arroz. El niño lo llevó junto a su abuela. Que hubiera un monje en una aldea como esa era toda una revelación, algo que sin duda no se veía todos los días. Había algo que Ryuichi quería averiguar y en esa aldea quizás lo consiguiera.
-¿Ustedes le venden alimento a la fortaleza?
-Antes lo hacíamos… pero ya no. Nos prohibieron venderles.
-Eso debe ser un problema.
-Lo es…
-Me pregunto de donde conseguirán alimento entonces…
La anciana se quedó callada.
-Cuéntale abuela, después de todo es solo un monje.
Ella pensó un poco y luego dijo:
-Les traen alimento del otro lado de las montañas, desde el desierto.
Era lo que Ryuichi temía y lo único que necesitaba saber.
-Muchas gracias por todo- dijo y les entregó unas monedas, acto seguido se marchó. Yukimura y Tachibana lo estaban buscando, cuando lo vieron venir a lo lejos.
-Les traen provisiones desde el desierto- informó.
-La fortaleza no tiene mucha defensa, podríamos entrar y abrir las puertas desde adentro- le dijo el escorpión.

Sousuke y yo salimos de la biblioteca después de estar todo el día leyendo pergaminos, había que volver a informar lo que cada uno había averiguado. En el camino nos encontramos con el dragón quien nos contó las noticias, luego se marchó quien sabe donde.
Hinokagisume nos contó lo que habían averiguado ellos y Sousuke contó la historia de la “guerra de las cuatro plumas” y su relación con las sombras. Además entregó los mapas. Yukimura fue el encargado de contar sobre la fortaleza y lo que había averiguado Ryuichi, él no estaba en la reunión, había ido a enfrentar su propio destino.
En ese momento, cuando ya estaban empezando a preocuparme porque no llegaba, entró Shun. Pero creo que fui la única que lo reconoció, estaba sin la máscara y vestido de monje. Era irónico, era yo la que llevaba la máscara en ese momento, la que tuvo que fingir sorpresa cuando en realidad lo que sentía era alivio de verlo otra vez con vida.
Todos se preguntaron quién era ese monje, hasta que puso una caja sobre la mesa, sacó la máscara y la colocó sobre su rostro. Se sentó en una silla y apoyó sus pies sobre la mesa. Akemi le llamó la atención:
-Mi marido no está aquí pero yo sí, no están en el living de su casa.
Él la miró, hizo una leve reverencia con la cabeza asintiendo y se sentó como corresponde al protocolo. Había estado en la fortaleza. Dijo que no había más de mil soldados, muchos de ellos heridos o mutilados debido al ataque de hacía dos meses. La muralla no era demasiado sólida pero tenía un sistema por el cual levantaban unas planchas de metal que la reforzaban por dentro. Una de las tres “fortalezas” estaba incrustada en la montaña, allí estaba su líder, Zeng Dung, que ostentaba todo el poder en la posta. Las otras dos fortalezas eran un barracón y la otra era para almacenamiento, allí había barriles con alimentos. Cuando Akemi se fue Shun dijo:
-¿Ahora sí puedo estar como en el living de mi casa?- y volvió a sentarse como antes.
-Escuchen- dijo Hinokagisume- el emperador va a atacar de frente a la fortaleza, eso va a ser la estrategia base, a partir de allí, deberemos actuar para hacerle el camino más fácil, o incluso que ingresa a la ciudad sin combatir… La idea es provocar un derrumbe en las montañas con la ayuda de nuestros shugenjas y volar el polvorín cuando lo encontremos. Allí esperaremos a que llegue el ejército y abriremos las puertas desde dentro de la fortaleza. Ahora según lo que sabemos ellos ya saben que atacaremos en una semana, tendremos que actuar antes aprovechando esa información, mañana mismo saldremos. Mientras provocamos el derrumbe tú y tu compañero buscarán el polvorín y lo volarán- dijo mirando a Shun- Cuando el frente formal llegue el camino ya estará libre.
Mientras el emperador y nuestro comandante seguían debatiendo, nosotros seguimos nuestro propio plan.
Salimos al día siguiente, decididos a provocar un derrumbe en las montañas. El camino era peligroso y tuvimos que escalar. Lamentablemente los defensores nos vieron a pesar de la espesa niebla que había levantado Shirahime. Utilicé un muro de viento contra las flechas que volaban hacia nosotros pero fue demasiado fuerte y comenzó a disipar la niebla.
Nuestros compañeros combatieron contra los defensores mientras Sousuke y yo provocábamos el derrumbe sobre la barraca. Casi al mismo tiempo, dentro de la fortaleza se escuchó una gran explosión. El plan había sido un éxito, Shun también lo había logrado. Cuando nos íbamos él apareció, muchas flechas atravesaban su cuerpo y estaba muy herido. No me importó lo que los demás pudieran pensar, corrí hacia él dispuesta a curarlo. Gracias a los dioses, aún estaba vivo.