lunes, 24 de agosto de 2009

La Ciudad del Sol

Año 2 de “La ciudad del sol”

Parece mentira lo que cambió este lugar, y me enorgullece haber podido ser parte activa de su recuperación. A veces vuelvo a recordar cómo era esta tierra cuando estaba aquí Daigotsu y verla ahora rebosante de vegetación y vida me reconforta el alma. Si bien aquí me respetan no tengo el cariño de mis vecinos y ayudantes, me entristeció un poco al principio porque tanto mi familia como mis amigos estaban lejos. Creo que Sousuke y Makasuki se dieron cuenta y me visitan a menudo. Sousuke me ayudó con la recuperación de nuestros territorios y cuando no estaba investigando los escritos sobre magia Huang Ma Pen me enseñaba a jugar al yogi.
Cuando Makasuki venía a la ciudad siempre nos deleitaba con una de sus obras o danzas, lástima que Rokugan se perdiera ese ejemplo de manifestación artística.

-Algún día voy a matar a ese mago y a ese actor de teatro- bromeaba Shun.
-¿Estás celoso?- le sonreí.
-Sí, de hecho creo que los voy a echar cuando vengan la próxima vez…
No estaba diciendo la verdad, cada vez me era más fácil adivinar cuando me estaba mintiendo. Decidí volver a retomar ese asunto que tanto nos dolía a ambos.
-Shun ¿por qué creés que no podemos tener hijos? Sabés, a veces creo que son los dioses los que nos lo prohíben…
-¿Por qué los dioses querrían eso?
-Por lo que hicimos.
-¿Derrotar a un demonio? No creo que eso les haya molestado- se acercó a mí y me besó. Era obvio que yo no me estaba refiriendo a eso.
-Algunos magos que consulté dicen que puede ser esta tierra, que todavía está mancillada…
-Pensé que habías logrado eliminar todo vestigio de las sombras.
-Sí, yo también lo creí…- “Pero ahora las sombras anidan en mi corazón”- lo pensé pero no se lo dije. Lo abracé fuertemente para mitigar mi tristeza, solo él podía aliviarla, siempre.
-Quizás solo tengamos que esperar un poco más, no estés triste- dijo y volvió a besarme. Era tan feliz con él… pero me sentía tan mal por no poder darle un heredero.
-Lo siento, no volveré a hablar de ello.

Pasó el invierno, fue un invierno solitario en algunos momentos, pero fue un invierno cálido, dormir todas las noches a su lado era lo único que necesitaba para olvidarme de la tristeza que me producía no solo el hecho de no poder concebir, sino también el hecho de estar separada de mis padres y hermanos.
-¿Te arrepentís de haberte quedado?- me preguntó un día.
-Jamás voy a arrepentirme, soy muy feliz a tu lado- le respondí.
-Tus ojos no dicen lo mismo…- dijo él.
-Extraño a mi familia, pero es algo que puedo soportar si me abrazás- le dije y él me tomó en sus brazos- Shun ¿vos te arrepentís?
-¿Estás loca? Tengo un reino, no están ni mi padre ni mi hermano y además tengo una mujer hermosa con la que puedo disfrutar de largas noches de sexo. No necesito más nada.

Lo que más me gustó de esa primavera fue que por primera vez pude ver florecer los cerezos en La Ciudad del Sol. La hierba se cubría con pétalos rosados, me encantaba caminar bajo los cerezos y que los pétalos cayeran sobre mí.
Pero esa primavera también fue diferente por otra razón, las sombras se fueron también de mi corazón.
-Hace mucho que no te veo sonreír así- me dijo Shun un día, y yo ya no pude seguir esperando.
-No quería decírtelo hasta no estar segura…
Pero él ya lo sabía, o se lo imaginaba.
-¿Vamos a tener un hijo?
-Sí- le sonreí.
Él me miró a los ojos.
-No estás mintiendo.
-No seas tonto, no te mentiría nunca en algo así.
Él me abrazó y me besó, creo que esa fue la segunda vez que lo vi llorar. Pero esta vez no eran lágrimas de tristeza, eran lágrimas de emoción.

Los días de comienzo de la primavera fueron los más felices de mi vida. Mi vientre crecía cada vez más y sentía a mi bebé moverse dentro mío, nada podía compararse con eso. Recordé los momentos en que estaba junto a mi madre, cuando tocaba su vientre esperando impacientemente a que nacieran mis hermanos, ahora era yo la que iba a ser madre… me hubiera gustado tanto que ella estuviera aquí, me hubiera gustado preguntarle tantas cosas…
Shun estaba feliz, decía que quería que su hijo fuese un varón para enseñarle todo lo que sabía.
-Espero que seas una niña, sino vas a tener que soportar a tu padre mucho tiempo- Lo cierto era que a mí eso me daba igual, fuera niño o niña yo iba a enseñarle también lo que sabía.
-Dama Sora- me saludó. Había salido de la puerta trasera de nuestra casa hacia el jardín, yo estaba sentada bajo uno de los cerezos.
-Hola Mugen- le sonreí- ¿venís a buscar a Shun?- Ellos se veían bastante a menudo, sabía que había cosas que no me contaban pero no me molestaba.
-No, esta vez vine a felicitarla personalmente.
-Gracias, ¿no has venido con Xiao?
-Creo que se quedó impartiendo órdenes.
-No va a cambiar nunca. Todo está en bien aquí.
-Sí, Shun y tú hicieron un muy buen trabajo.
Vi que Xiao se acercaba a nosotros, tomó la mano de Mugen y me saludó con una reverencia.
-Hola Xiao.
-Sora, me alegro de verte tan feliz.
-Ya sabemos como lo vamos a llamar, si es niño se llamará Taiga, y si es niña la llamaremos Akemi.
-¿Has vuelto a ver al comandante Iashiro?
-No, no he vuelto a ver a los que se marcharon a Rokugan, pero Shun siempre trae noticias. Iashiro ahora está descansando junto a su mujer. Dicen que vendrán a visitarnos en cuanto les sea posible.

El día que Iashirou y Akemi llegaron a La Ciudad del Sol no pudieron reconocerla. Estaba muy feliz de volver a verlos. Abracé a Akemi, creo que ella se sorprendió pero también me abrazó. Ya conocía al comandante, él era bastante más parco en esos asuntos, me saludó con una reverencia y me dijo:
-Sora, es un gusto volver a verte.
-Comandante- le sonreí.
-Sora ¿cómo estás? Nos dijo uno de los hombres de Shun que estabas esperando un niño pero jamás pensé que faltara tan poco- me dijo Akemi.
-Es un largo viaje desde Rokugan, deben estar cansados, permítanme acompañarlos a su habitación.
Yo ya sabía que llegarían ese mismo día. Shun llegó al poco tiempo y les hizo una reverencia a ambos.
-Bienvenidos a “La Ciudad del Sol”
-¿Quién iba a creerlo? Verte casado y esperando un hijo, no pareces tú- le dijo Iashirou.
-Tendrá que acostumbrarse comandante, ah eso me recuerda, en estas tierras mando yo.
Cuando me puse de pie sentí un dolor muy fuerte, Akemi que estaba al lado mío se dio cuenta y me tomó del brazo.
-¿Estás bien? Creo que ya es la hora- me dijo sonriendo.
Shun no me permitió caminar y me llevó en brazos hasta nuestra habitación. Enseguida fue a buscar a la partera.
-Akemi, no te vayas- le supliqué.
-No voy a irme- me tranquilizó- no tengas miedo, todo va a estar bien.
Fue un alivio que ella estuviera conmigo. Sabía que ella tenía hijos y yo necesitaba a alguien con esa experiencia a mi lado, a falta de mi madre.
Cuando tuve a mi hijo ente mis brazos todo el dolor que había sentido durante el parto se borró. Akemi me sonreía.
-Hola Taiga, hace mucho que esperaba conocerte.
Cuando entró Shun Akemi abandonó la habitación. Él se acercó a nuestro hijo y lo besó en la frente.
-Taiga, saludá a papá- dije y se lo tendí.
Él se había quedado sin palabras, creo que fue la primera vez que no supo que decir.

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