lunes, 13 de abril de 2009

Fecha 2: 12/04/2009

Shirahime

Nuestro comandante nos informó que íbamos a estar unos días en la ciudad hasta que estuviera todo listo para la partida. Una semana fue el tiempo estipulado. Taiga y Ryuichi fueron los primeros en dejar la sala de reuniones.

Makasuki fue a la casa del clan de la Grulla en la ciudad, allí pasaría los días acordados. Lo saludaron y le preguntaron cuántos días planeaba quedarse allí. Él les informó el plazo.
-Quizás esté interesado en ir a la ciudad, un maestro de armas muy famoso, Usaku Kakita, hará una demostración de Iaijutsu.
Le dijeron que además de la demostración daría un duelo a “primera sangre”.
Makasuki no iba a dejar pasar la oportunidad y salió a buscar a este famoso maestro. Llegó a un patio cubierto por piedras blancas y en el centro de la gente que se agrupaba para verlo, lo vio rodeado por cinco guerreros que lo iban a asistir.
Los cinco lo atacaron al mismo tiempo pero él desenvainó tan rápido que golpeó a dos y ya estaba en guardia para luchar contra los otros tres. La gente aplaudió emocionada. Luego de la demostración invitó a quien quisiera participar del duelo, pero Makasuki decidió que no sería ese día el que iba a aceptar, primero iba a estudiarlo. Pero el maestro pareció reconocerlo y lo miró con la expresión que él ya estaba acostumbrado a recibir, después de todo era la oveja negra de la familia.

Cuando la reunión terminó salí de la sala y empecé a caminar por la ciudad, sabía que no iba a encontrarlo si él no lo deseaba pero aún así seguí mi instinto, iba a caminar hasta cansarme. Caminé bastante tiempo hasta que llegué a los barrios bajos de la ciudad, decidí que mejor iba a retroceder, no era bueno que estuviera caminando sola por ahí. Cuando retrocedí alguien me tomó de la mano y me introdujo en uno de los callejones. El desconocido comenzó a besarme el cuello, y no conforme, me acarició por debajo del kimono. Estaba segura que era él, pero saqué el wakizashi y le apunté al rostro.
-¿Me extrañaste?- fue lo primero que me dijo.
-Lo mismo que vos me extrañaste a mí.
-Tengo un lugar tranquilo al que podríamos ir…
-¿Y qué estás esperando para llevarme ahí?
El lugar estaba lleno de olor a droga, pero era cómodo, la habitación estaba rodeada de almohadones acolchando el suelo.
-Es el destino…- dijo mientras se desvestía.
Pensé “No es el destino”, estaba segura que él sabía que yo estaría en ese lugar. Pero eso no importaba y me dejé llevar como hacía dos años atrás. Yo no podía resistirme a los deseos de ese escorpión, ni a los míos propios.
Estuvimos un largo rato juntos hasta que caí dormida por el efecto de las drogas. Cuando me desperté, ya no estaba conmigo.

Sousuke comenzó a mover hilos para adelantarse a la situación, mandó asistentes a que le trajeran información sobre los shugenjas con los que contarían en su ala y los que irían en las otras dos. Shirahime se lo había pedido, obviamente, y él no iba a desobedecerla por nada del mundo. Le entregó unas monedas al asistente, él le agradeció y fue a realizar su tarea. Mientras tanto Sousuke preparó unos poemas para regalarles a los líderes del clan Unicornio, Mantis y Kitsune. Se preguntó cuál sería la misión de estos últimos, era extraño que ellos tomaran parte en esa misión…
Una vez que tuvo la información fue a ver a Shirahime.
-¿Qué tienes?- le preguntó ella fríamente.
-La cantidad de shugenjas que nos acompañan, las familias…
Ella le sacó el papel sin que él terminara de explicar. Lo leyó cuidadosamente y luego le dijo:
-Muy buen trabajo, tienes el día libre.
Decidió que si iban a enfrentarse con las criaturas de las tierras sombrías era mejor que utilizara ese tiempo libre para ir a la casa del clan Cangrejo a solicitar lo que pudieran ofrecerle de jade. Lo atendió una mujer que ya tenía el regalo de su señor preparado:
-Regalo de Hida Kao para Moto Iashirou y su gente.
Le entregó una caja, adentro había fragmentos de jade, unos setenta amuletos y una esfera de un cristal kuni. Él sabía que eso sería de mucha utilidad contra las criaturas de las tierras sombrías.

A la noche nos volvimos a reunir todos con nuestro comandante, que había estado trabajando todo ese día con Akodo Hinokagizume en la estrategia, o lo que podía planear con la poca información que tenían hasta el momento. Los únicos que conocían el territorio de Cheng eran los Unicornios, que no se alejaron demasiado de las rutas comerciales. Las historias hablaban de los siete truenos y de sus proezas pero no hablaban de a qué se habían enfrentado.
Nuestro comandante dijo que nos adentraríamos primero en territorio del Tigre del Sur, uno de los dos hermanos que se disputaban el derecho al trono. Un poco más al norte se encontraba el otro Tigre. Todo el resto del enorme territorio pertenecía a los nobles que formaban la “Alianza de los Tres”. Por primera vez vi el mapa de esa zona.
-¿Y qué pasaría si aparecen las criaturas de las tierras sombrías? ¿No deberíamos armar un grupo?- opiné.
-El problema es que no tenemos suficientes shugenjas.
Y tenía razón, éramos muy pocos, deberíamos dividirnos en el momento preciso. Vi que Sousuke le entregaba una caja al comandante. Él la abrió, dentro había amuletos de jade y un gran cristal kuni.
-Tomen uno para cada uno- nos dijo.
En ese momento Shun entró a la habitación y dejó unos documentos sobre la mesa.
-No los conseguí de la forma amable…
Pero nuestro comandante no parecía tener problemas en cómo conseguía la información. Leyó el documento para todos. Decía que los tres grandes duques se habían declarado independientes de Cheng. Los Tigres no lo habían aceptado y declararon la guerra, ya habían empezado a enviar tropas para recuperar el territorio.
La “Alianza de los Tres” se componía de tres grupos:
El primero “Shi tien ein wang” (los señores de la muerte), el segundo “Huang” y el tercero “Zhuo”. A su vez era claro que los dos hermanos estaban peleando entre sí y ninguna de las tres facciones lograba sacarse clara ventaja sobre las demás. Las regiones estaban bien demarcadas y esperaban ver si los Tigres se aliarían o no, aunque eso no parecía ser posible.
-Podríamos hacer que solo quede un tigre...- dijo Shun.
-Manejaba esa opción… ¿Cómo ves la situación?- le preguntó el comandante a su esposa.
-La situación es una gran incógnita, tendremos que estar expectantes, estamos cegados a lo que es el enemigo.
Mientras se llevaba a cabo la reunión vi como Utaku Tachibana tenía los ojos puestos en los escorpiones, me pregunté a cuál de ellos dos estaría observando tan insistentemente…

La reunión había terminado y el comandante se llevó a los dos escorpiones con él.
-Como en los viejos tiempos, Yukimura.
-Vos sabés que ya dejé todo esto.
-Nunca lo vas a dejar.
-Conseguime lo que te pedí y hecho.
-Consideralo solo un trámite.
Yukimura se fue molesto, estaba más que claro que no le gustaba la tarea que le habían asignado.

Esa semana me reuní con Sousuke y con la Dama Blanca, ella me dijo que harían un grupo para una “misión suicida” si llegaba a aparecer un foco de las tierras sombrías haríamos un ritual para purificarlo. Yo estuve de acuerdo. Sousuke me dijo que él hablaría con el clan Unicornio y con el Kitsune, que yo me encargara de informar al clan Mantis, y a nuestro comandante. Así lo hice.
Además Sousuke me informó sobre los shugenjas con que contábamos e intentamos organizarlos lo mejor que pudimos. La realidad es que como había dicho el comandante, éramos muy pocos.
Un día vi a Makasuki, estaba entre los presentes a la presentación del maestro Usaku Kakita y decidí ir a observar, también estaba Sousuke que se nos unió. Entre los presentes también estaban nuestro comandante y el León Akodo. Y cuando finalizó la demostración, Makasuki al fin aceptó el duelo.
Ambos se pusieron en guardia, las espadas listas para atacar velozmente a su oponente. Makasuki lo observaba cuidadosamente, quería ver sus movimientos antes de atacar. El maestro también lo observó, y luego lo atacó primero, Makasuki desvió el golpe pero vio como una gota de sangre resbalaba sobre su hombro. Había perdido.
-Es muy buena su técnica- le dijo el maestro.
-No tan buena.
-Quizás solo debería aceitar más la funda, para desenfundar más rápido.
Él creía realmente que Makasuki podría haberlo vencido de atacarlo primero. Le acercó un presente y como lo indicaba la cortesía Makasuki lo rechazó dos veces, a la tercera lo aceptó, era una máscara de teatro kabuki. Quizás esta oveja negra podría hacerse valer después de todo…

Hinokagizume aprovechó esos días para alistar a las tropas. Ellos comían cuando él lo hacía, dormían cuando él lo hacía. Como el comandante había dejado a Daidouji Akemi como segunda al mando, él pudo concentrarse en lo que le gustaba, lo básico, lo que haría que ganaran la guerra. Los soldados lo respetaban y hacían lo que él les pedía, los hizo desarmar el campamento una y otra vez hasta que lo hicieron rápido y bien.
Antes de marchar se despidió de su mujer, no la amaba pero tampoco tenía problemas con ella, había sido un matrimonio arreglado, pero se llevaban bien. También fue a ver a su padre, si bien no tenían una relación estrecha, fue a despedirse.
-Enorgulléceme- le dijo su padre y le entregó una caja, dentro estaba su daisho. Le estaba entregando a su hijo su propia alma.
-Lo llevaré con honor.

Sousuke fue a hablar con los líderes del clan Unicornio y Kitsune. La primera visita se llevó sin problemas y con todo el protocolo necesario. Él hombre que lo había recibido escribió una orden para que algunos shugenjas de su clan se unieran a la misión de Shirahime. En su visita al clan Kitsune notó que había mucho movimiento, como si se estuvieran mudando o preparando para algo… lo dejaron esperando en un patio interno que simulaba un pequeño bosque. La mujer que lo atendió era muy extraña…
-¿Sí?- era una mujer muy joven, su cabello de color rojo, y dijo ser la líder del clan.
Él le hizo una reverencia y se presentó:
-Isawa Sousuke, he solicitado una reunión…
-Kitsune Susue ¿en que lo puedo ayudar?
Sousuke le mostró el papel con los nombres de los shugenjas que le había traído su informante.
-Acá estoy yo- dijo ella señalando su propio nombre escrito. Él sonrió.
-Sí… si usted está de acuerdo los nombres marcados serán una unidad medicante.
-Pero a mí me asignaron a la unidad de Nobunaga… ¿No estará confundido?
-Según me informaron ésta es la lista de los que integrarán el ala de Moto Iashiro.
-Me parece que no, pero si usted quiere nuestra ayuda se puede arreglar.
Sousuke se quedó mirando el papel. Había habido un error allí se encontraban los nombres de todos los shugenjas de todas las alas. El solo pensar que iba a tener que decirle esto a Shirahime le helaba la sangre.

Camino a mi reunión con la mujer Mantis había recibido un mensaje, mientras caminaba por la calle un cuchillo pasó frente a mí, casi rozándome el rostro y se clavó en la pared a mi lado. Tenía un mensaje. Desprendí el cuchillo y lo guardé. Había escrito un lugar y una hora para el encuentro. Miré hacia la dirección de la que provino pero no vi a nadie. Cuando llegó la hora acordada me dirigí hacia allí.
Shun estaba sentado tomando sake y me ofreció un poco.
-¿La próxima vez podés usar otro método?- le dije mientras le extendía el cuchillo. Él lo tomó y lo arrojó a la pared, el cuchillo se clavó allí y fue testigo. Me hizo señas para que me acercara y lo hice. Tomé el sake que me ofrecía, me arrojé a sus brazos y lo besé.
-¿Y qué estuviste haciendo estos dos años?- me preguntó.
-Nada… volví a vivir con mis padres.
-Volviste al nido.
-No tenía otro lugar a donde ir.
-¿No volviste a casarte? Eres una viudita apetecible.
Sonreí.
-Mi padre no opinaría lo mismo ¿y vos?
-Yo… ya lo sabes, mujerzuelas… sake.
No me sorprendí de que me dijera eso, y tampoco me importaba demasiado.
-Pero… vos estabas casado.
-Sí, con mi aburrida esposa. Ella murió en un accidente, se cayó del caballo.
Lo miré preguntándome si realmente había sido un accidente, pero no parecía estar mintiendo.
-¿No te enteraste? Soy viudo.
-No, no me enteré.
Él me besó y me dijo.
-Te extrañé mucho.
-Yo también te extrañé.
-Pero el destino nos volvió a reunir.
-No fue el destino, vos sabías que yo iba a estar acá.
-No, no lo sabía.
-No te creo…
-Que diantres, por supuesto que lo sabía… Pero hablas demasiado.
Volvió a besarme. Volver a estar en sus brazos era lo único que quería y lo único que me importaba, si iba a morir en esa empresa, morir a su lado no me parecía tan terrible, de hecho, quizás en cierto aspecto era deseable.

Sousuke se despertó, pero lo que jamás imaginó era que Shirahime iba a estar sobre él, el rostro desencajado, el cabello negro rozando sus hombros y murmurando “Setsuna, Eru…”
-¿Shirahime-sama?- fue lo que atinó a decir, pero ella seguía pronunciando esos nombres que él no conocía. Poco a poco se levantó y ella quedó acurrucada en un rincón, el suelo debajo de ella comenzó a congelarse. Sousuke la cubrió con el futón y escuchó que lo llamaban del otro lado de la puerta. Era Taiga, que pidió hablar con ella. Él lo dejó entrar, después de todo, de todos ellos el Dragón era el único que la conocía.
-Tranquila, estarás bien…
-Taiga, Taiga ¿dónde está Eru?
-Esperándote en casa.
-Ah sí, quiero ir con Eru.
-No puedes ahora, tienes que dedicarte a tu misión.
-Pero ese muchacho es muy tonto…
-Él te va a hacer bien.
-Quiero estar con Eru.
Ella comenzó a dormirse y Taiga le dijo a Sousuke.
-Disculpe déjela dormir.
Sousuke se sirvió una taza de té y entró a la habitación, se sentó junto a la puerta dispuesto a custodiarla, no iba a dejarla en un momento como ese.
-Buen día- le respondió tan fríamente como siempre.
-Buen día ¿quieres una taza de té?

Moto Iashirou se reunió con Nobunaga. Le preguntó cómo estaba la situación, él le dijo que iban a pactar con el Tigre del Sur para desbaratar la “Alianza de los Tres”, eso había dicho el emperador. Por lo que le había dicho su capitán iban a reclutar gente de Cheng para nuestro ejército. Todo era cada vez más complicado y rebuscado, pero no había otra opción. Había una idea más que se había estado gestando en los pensamientos del Unicornio, podrían utilizar señuelos del emperador, así con algunos soldados disfrazados como él sería más difícil que supieran cual era el verdadero. Y esa misión solo podía cumplirla una persona. Fue a hablar con los escorpiones de su ala, y Yukimura fue el elegido. A Utaku Tachibana, no pareció gustarle la idea cuando la propusieron, o eso me pareció. No sabía aún a cuál de los escorpiones estaba mirando y esa duda estaba carcomiendo mi poca paciencia.
Cuando la última reunión finalizó decidí seguirla y fue una decisión muy estúpida, ella se dio cuenta al instante y se paró frente a mí. Le dije si podíamos compartir una charla juntas, pero fui tan burda que si ella sospechaba del asunto con esa invitación lo confirmó.
No sé qué me estaba pasando, pero le hablé con total sinceridad. Creo que necesitaba contarle a alguien lo que me estaba pasando. Le dije que la había visto mirar a los dos escorpiones y que creía entender lo que estaba sintiendo… pero ella pareció ofenderse con mi manera de hablar, y no la culpé. Le hice una reverencia y salí del lugar, ya no había nada más que hablar, ella lo dejó más que claro.
Decidí ir a descansar al día siguiente partiríamos y ya habíamos recibido las últimas órdenes.

Sousuke supo que ese era el momento para ir a hablar con Taiga. Ambos fueron a un bar a tomar sake. Taiga le dijo que Shirahime era una mujer muy buena, pero que había que darle tiempo.
-¿Hay algo más que deba saber?- preguntó Sousuke.
-Si te la han asignado o eligió estar contigo, es porque ella misma lo ha decidido.

Cuando salimos la gente despidió a su emperador arrojándole pétalos de Sakura, él miraba a todos como si se dirigiría a un paseo, parecía feliz de dirigirse hacia la guerra… o hacia la muerte.

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